Hasta los pequeños detalles hacen la diferencia en cuanto a la experiencia de disfrutar un vino: la copa en que se sirve, la temperatura del vino, la manera en que se abre la botella y se sirve el contenido. Esto no es meramente estético, ya que si se te rompe el corcho, por ejemplo, puedes terminar arruinando el vino.
Por supuesto, todo inicia con elegir el sacacorchos correcto y ya en este artículo te hablamos sobre ello. También, en dado caso de que no tengas dicho utensilio, puedes echar mano a alguna de estas ideas sobre cómo abrir una botella de vino sin descorchador.
Ahora te decimos cómo realizar el descorche perfecto:
1. Lo primero en que debes fijarte es en siempre mantener la botella apoyada en la mesa y no moverla. Solo mueve o gira el sacacorchos (según el modelo); la botella debe permanecer quieta en la mesa y con la etiqueta visible para el comensal.
2. Al ya estar en esta posición, corta y retira la cápsula por debajo del gollete (la hendidura en la boca de la botella) para que el vino no entre en contacto con la misma, ya que esta puede estar sucia u oxidada.
3. Limpia la boca de la botella con un paño y clava bien la espiral en el centro del corcho. Cuida que no lo atraviese por completo porque podría romperlo y caer migas al vino. Recuerda: lo que gira es el sacacorchos.
4. Una vez abierta, limpia la boca de la botella con un paño seco (esto es llamado por los profesionales como “lito”).
5. Ahora, si quieres servir el vino como un experto, nunca apoyes la botella en la copa. Y estas no se llenan hasta arriba (salvo que tengas un mal día); lo correcto es llenar poco más de un tercio del tamaño de la copa, hasta que el líquido quede aproximadamente un dedo por debajo de la panza o curva de la misma. Cuando se trata de vinos blancos o espumosos, lo ideal es servir menos cantidad para mantener la temperatura por más tiempo.
Y con los espumosos es toma en cuenta esto:
1. Controla la temperatura de servicio. Lo ideal para un espumoso es servirlo a 7 u 8°C. Para mantener esta temperatura, llena una cubitera de hielo y añade agua. Deja la botella sumergida un mínimo de 15 minutos antes de servir. Coloca una servilleta limpia de tela cerca o sobre la cubitera sin que se moje, ya que te será útil para servir después sin riesgo de goteos.
2. Para abrir un espumoso, primero tienes que retirar el precinto (la mayoría de las botellas en la actualidad cuentan con una tira bien visible para facilitar esta tarea). Y claro: no agites la botella antes.
3. Después, afloja el alambre sin retirarlo completamente mientras mantienes el corcho en su sitio con el pulgar.
4. Agarra la base de la botella y desenróscala suavemente del corcho, en vez de desenroscar el corcho de la botella (sí, debes de realizar la acción contraria que se hace con un sacacorchos y una botella de vino de otro tipo). Para lograrlo, sujeta el tapón firmemente, recubriéndolo con la mano para que no se escape, y luego gira lentamente la botella. Gira, no tires. Ejecuta esto hasta que sientas cómo el tapón va desprendiéndose suavemente y puedas dosificar el movimiento para amortiguar la presión ejercida por el gas.
Este es el momento más importante, pues se trata de conseguir que el corcho no se escape escandalosamente. Si el “pop” ha sido discreto y no has derramado ni una gota del vino, lo has hecho muy bien.
5. Ahora, sírvelo en las copas recordando la proporción que ya hemos mencionado. Cuando termines, vuelve a poner la botella en la cubitera. Un truco en caso de que hayas abierto la botella demasiado rápido y la espuma haya empezado a subir antes de tiempo, es tener una copa al alcance del gollete. Así estarás preparado para servir nada más descorchar, antes de que el líquido desborde.
6. Cada vez que quieras servir, saca la botella de la cubitera, sécala con el paño limpio que colocaste al principio sobre ella y ten siempre otra botella enfriando (más vale).
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