¿Te ha pasado que al probar el mismo vino (de la misma añada) en dos ocasiones distintas, este no te sepa igual? Quizá, la primera vez que lo probaste sucedió que ese vino te supo mucho más delicioso y que fue muy de tu agrado; mientras que en la segunda ocasión, ya no te supo tan bueno…
Pues podría ser que el contexto en el que hayas probado ese vino haya influido en tu percepción: tu estado de ánimo, la compañía que tenías, la comida que acompañabas y hasta la música que ambientaba el momento pudieron haber sido el factor (positivo o negativo) que provocó que el vino te supiera diferente.
Y es que, por ejemplo, puede suceder que si estamos alegres, el vino nos sepa más dulce o afrutado; pero si estamos preocupados o cansados, puede que el sabor tienda a sentirse más amargo.
¿Cómo influye la música en la percepción del sabor del vino?
Los sonidos, la música en particular, tiene un poder mágico. Y es que, puede evocar recuerdos (“esa canción me recuerda el día en que nos conocimos…”), puede ser parte de algún condicionamiento (como el vivido por el protagonista de La Naranja Mecánica) y tiene otros efectos que tienen que ver con su estructura, la cual puede afectar nuestro estado de ánimo, así como lo hacen los colores. Pero ¿qué pasa en el cerebro?
“Las neuronas responden y mandan señales eléctricas ante estímulos, ya sean visuales, olfativos, sonoros, táctiles… y envían mensajes. En el caso de la música, estos mensajes son decodicados en distintas zonas del cerebro y son mapeados contra memorias a largo plazo, que son llamados esquemas, y eso sucede con todos los estímulos. Si se usa una música demasiado predecible, la gente se duerme o aburre porque el cerebro no obtiene ninguna recompensa. Dentro del cerebro hay centros de recompensa que suceden así: uno escucha algo y, en ese momento, debido a todas las memorias previas, predice qué va asuceder segundo a segundo; pero cuando el compositor o ejecutante hace algo distinto, entonces el cerebro se pone en alerta, como en muchas otras ocasiones. Cuando recibes una sorpresa, la primera reacción y más común es el desagrado, pero si este cambio es mejor de lo esperado, el cerebro se impresiona y lo recibe con gusto. Nos vemos motivados y estimulados“, explica Juan Pablo Correa, profesor-investigador de la Facultad de Música de la UAA.
Así que al degustar un vino con alguna melodía que te agrade o te emocione, puede hacer que tu percepción de esa etiqueta sea mucho más exquisita.
“Cada lugar tiene su propio paisaje sonoro: viento pájaros, el correr del agua de un río, las olas del mar, etc. Incluso, estos sonidos de la naturaleza son ya utilizados en composiciones, a esto se le llama música concreta, y si estos rasgos musicales ya los hemos relacionado con algo placentero o con recuerdos gratos, lo más seguro es que provoquen que tengamos un estado de ánimo alegre y apacible, y que lo que hagamos lo disfrutemos más”, añade Juan Pablo.
Como prueba de esto, se encuentra un experimento hecho por una universidad de Edimburgo, en el que algunas personas que bebieron vino mientras escuchaban Carmina Burana, afirmaron que este vino tenía un sabor poderoso y fuerte; mientras que otro grupo que consumió el mismo vino escuchando una canción pop moderna, dijo que era más sabroso y refrescante.
Así que ya lo sabes, el ambiente puede hacer que el disfrute de tus vinos sea mucho mejor, y en esto, la música es un aspecto que debes cuidar… No te lo tomes a la ligera.
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