La magia del maridaje ocurre cuando se logra que el vino y los alimentos se complementen entre sí y que la combinación en el paladar produzca una sensación que, por sí solos, estos dos elementos no podrían conseguir.
El vino se puede maridar prácticamente con cualquier alimento, pero hay algunos que combinan especialmente bien con esta bebida como lo es el pan.
El origen de este alimento se remonta al año 8000 a.C., el mismo año que refiere la aparición del vino… Curioso, ¿no? En México, llega en 1520, con la conquista española.
Hoy, este elemento es un elemento indispensable en las catas de vino. Por sus distintas variedades, sus ingredientes y sus procesos de elaboración, es el complemento ideal para los maridajes con todo tipo de vino; además, en las catas, el pan se emplea para limpiar y neutralizar el paladar entre un vino y otro.
¿Cómo se hace el maridaje?
Para realizar un buen maridaje es necesario tomar en cuenta 3 puntos clave:
- Equilibrio entre potencialidad y sutileza.
- Ingredientes que integran el pan y adiciones.
- Texturas y humedad que que requieren el pan.
Se puede realizar con distintos vinos, especialmente con los tintos. Uno joven, uno de crianza, uno de reserva y uno de gran reserva son buenas opciones para combinar con bocadillos como pan salado con queso, pan dulce con azúcar o mermeladas, y pan amargo con aceite de oliva.
Como siempre, invitamos a los amantes del vino a que experimenten con diferentes tipos de vino y pan, solo tomando en cuenta estas claves de la sintonía gustativa:
- Vino blanco dulce con panes candeal;
- vinos de reserva y gran reserva con panes rústicos e integrales;
- tintos ligeros con panes ligeros con frutos secos;
- espumosos para croissant;
- y malbec con pan campesino.
¡Buen provecho!
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