La categorización del vino por su edad o tiempo de crianza cada vez es más conocida por los consumidores. Seguramente las ha escuchado: vinos jóvenes, de crianza y reserva; pero ¿sabes cuál es la diferencia entre unos y otros? Pues has de saber que en esto no solo tiene que ver el paso por barrica. Si bien un vino joven no tiene barrica y el reserva tiene mucha más estancia en roble que el crianza, sus diferencias van mucho más allá de este proceso.
Te contamos al respecto.
Maduración y calidad de las uvas
Las diferencias entre estos vinos comienzan en el viñedo, ya que los parámetros de maduración de las uvas y su calidad varía en función del vino que se quiere elaborar.
Casi siempre, los vinos jóvenes tienen uvas de viñas más jóvenes, con maduraciones largas y con una aportación de tanino más suave, para que los vinos sean menos agresivos y más frutales. Por su parte, los vinos de crianza y reserva se elaboran con uvas de viñedos más viejos, que tienen mayor carga tánica y polifenólica.
Fermentación
Cuando se elabora un vino joven, se suelen realizar fermentaciones donde no se macera de forma potente las pieles y el mosto, con temperaturas de fermentación bajas para mejorar los aromas afrutados y que la boca no sea muy astringente (sensación mixta entre la sequedad intensa y el amargor). Y es que lo que se busca son vinos suaves y aromáticos.
En cuanto a la crianza y reserva, se llevan a cabo fermentaciones más largas, con temperaturas más elevadas mediante las que se logran extraer mayor número de taninos y compuestos, lo cual hace al vino más estructurado y le brinda cierta astringencia para que aguante el paso por barrica (madera). Esto hace que el vino se vuelva redondo. consiguiendo que la barrica en vez de aportar mucha madera, vuelva el vino redondo, es decir, equilibrado.
Los tiempos de estancia en barrica pueden variar (por la denominación de origen), pero los más habituales son estos: para los vinos de crianza, mínimo 6 meses en barrica y otros 6 meses en botella; mientras que los reserva pueden estar en barrica mínimo 12 meses y 12 meses más en botella.
Duración del consumo
Los vinos jóvenes suelen tener duraciones de consumo más cortas que los crianza y reserva. Los primeros tienen una vida de consumo de 3 a 5 años; los segundos pueden aguantar de 5 a 8 años; y los terceros, pueden durar muchos años según su elaboración (las reservas especiales son las que más duran).
Vista, aromas y sabores
Por supuesto, ya cuando los degustamos las diferencias también se notan. Los vinos jóvenes suelen ser más ligeros, muy frutales y menos largos.
Los crianza tienen fruta, especias y toques de panadería con mucho cuerpo y final más elegante, con una carga alta de taninos.
Los vinos de reserva son vinos más redondos, con los taninos muy pulidos y combinados con los antocianos. Son vinos con estructura, marcado carácter de la barrica y aromas terciarios como cueros y tabaco, y las frutas suelen ser más maduras.
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