El maridaje consiste en empatar una bebida y un alimento de tal forma que se complementen entre sí y uno realce los sabores del otro. Es, si lo queremos ver de forma más sencilla, buscar formar la pareja perfecta en la cuestión culinaria.
Esta práctica puede realizarse con cerveza, café… pero sin lugar dudas, la que más se lleva a cabo y encanta a muchos es la que se hace con vino. Como con otras bebidas, el objetivo del maridaje es ofrecer al paladar sensaciones agradables que inviten a disfrutar de una comida con un buen vino.
Y a diferencia de lo que la mayoría de las personas creen, la combinación entre alimentos y vino no está reservada a los platos elaborados o gourmet. Y es que el maridaje con vinos puede hacerse con comidas sencillas, platos tradicionales o que se comen de forma común… Una ensalada, unos tacos de bistec, una sopa de verduras, un tazón de palomitas, prácticamente cualquier alimento puede acompañarse de un buen vino.
¿Cómo logro hacer un buen maridaje?
El conocimiento sobre con qué maridar tal o cual plato es algo que se logra con la práctica. Lo importante es siempre considerar al platillo y la bebida como un todo, en el que ambos interactúan entre sí. Hay que perderle el miedo a experimentar, ya que es de la única manera en que se obtendrán los acompañamientos perfectos. Es necesario jugar con las armonías y contrastes que los distintos platillos y vinos nos brindan.
Y es que es importante recordar que el maridaje va más allá de esa idea tradicional que reza: los tintos van con las carnes rojas y los blancos, con el pescado.
Los maridajes que se pueden realizar son de muy diverso tipo: están los regionales, que se hacen entre platillos tradicionales de la región y vinos de esa misma región; los hechos por afinidad, en los que hay sabores comunes, como las combinaciones entre postres y vinos dulces; y los hechos por contraste, en los que se trata de entender cómo está preparado el plato para poder maridarlo con el vino que mejor le convenga o saber qué estructura tiene el vino para poder diseñar un plato que se lleve bien con él, es decir, buscar que el vino y platillo se complementen según los sabores que presente cada uno, por ejemplo: cuando se maridan quesos con sabores muy intensos con vinos dulces, los cuales suavizan su sabor y sirven de contraste.
En pocas palabras, el maridaje es un arte que se logra mediante la experimentación, y este puede ser llevado a cabo por cualquier persona (ya sea todo un experto del vino o no) con platillos muy sencillos o elaborados. Lo vital es probar.
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