Es raro que le pongamos atención al corcho de una botella de vino. Más allá de la dificultad que representa el retirarlo para disfrutar del contenido (lo que dependerá de si tenemos sacacorchos o no), no lo consideramos tanto… pero es sumamente relevante.
Gracias al corcho, el vino recibe pequeñas cantidades de oxígeno que le permiten evolucionar con el tiempo. Esto se produce gracias a su porosidad y a los pequeños espacios que quedan entre las paredes de la botella y del corcho y que están dados por las lenticelas (poros que se hacen en la madera naturalmente).
Este singular tapón es el recubrimiento exterior de un árbol llamado alcornoque, y su fabricación es totalmenge amigable con el medioambiente, ya que para elaborarlo no se tiene que cortar el árbol, sino simplemente quitar la corteza.
Hay diferentes tipos de corchos y todos tienen distintas funciones en el mundo del vino. Aquí te contamos sobre ello:
Naturales. Es un producto 100% natural, que se elabora de corteza de alcornoque de segunda o tercer cosecha. Se extrae de una sola tira de corcho, que se deja secar y posteriormente se sumerge en agua caliente para eliminar microorganismos y mejorar la elasticidad del producto. Este garantiza un sellado óptimo y juega un papel imprescindible en la evolución de los vinos, ya que la porosidad de la madera ayuda a oxigenar el vino de forma natural . Se utiliza mucho para vinos de crianza, pues necesitan evitar la oxidación.
Colmatados. Son tapones de corcho natural con poros lenticelas que se rellenan con polvo de corcho y resinas. Esto sirve para que el corcho tenga una mejor apariencia y rendimiento sea óptimo (digamos que son las rectificaciones de los tapones naturales). Existen tres niveles de colmatado: el primero sirve para vinos de crianza; el segundo, para vinos de guarda media o sin crianza; y el tercero, para tintos jóvenes.
Aglomerados. Se fabrican a partir de restos de corcho natural mediante un proceso de moldeado a base de resinas que compactan el material. Son utilizados para tintos jóvenes y vinos sin crianza.
Técnicos. Están constituidos por un cuerpo de corcho aglomerado muy denso y con discos de corcho natural pegados en su extremo o en ambos extremos. Los que contienen un disco en cada extremo se denominan tapones técnicos 1+1, con dos discos se llaman tapones técnicos 2+2, y con dos discos sólo en uno de los extremos, tapones técnicos 2+0. Su uso es muy habitual en los vinos destinados a ser consumidos en un plazo de 2 a 3 años.

Microaglomerados. Son fabricados a partir de granulados de corcho, con molde individual o por extrusión. Son más fuertes y duros que los aglomerados. Fabricados de 60 a 70% de corcho natural y el resto es un aglutinante (pegamento de poliuretano).
Espumante. Son aquellos particularmente concebidos para ser usados en cavas, vinos espumosos y sidras. Tienen un diámetro mayor al de los tapones normales para soportar las elevadas presiones que existen en las botellas de vino con gas.
TCork. Puede ser un tapón natural o colmatado, en cuyo extremo superior se localiza una cabeza hecha de diferentes materiales: madera, PVC, porcelana, metal, vidrio, etc. Son muy itilizados para tapar bebidas que no son consumidas generalmente de una vez o en bebidas espirituosas que al salir al mercado están listas para ser consumidas. El vino de Jerez, moscatel, vinos de Oporto, brandy, whisky, vodka, cognac y aguardiente son algunos ejemplos.
Sintéticos. Están hechos de distintos tipo de polímeros sintéticos. Existen de diferentes tipos y de algunos colores. En su interior, tienen un material de cualidades elásticas, que le permite amoldarse sin perder su forma, como lo hace un corcho natural. Se utiliza para vinos de consumo inmediato que no necesitan oxigenación. También es ideal para mantener los costos de producción.

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