El queso y el vino parecieran formar el maridaje perfecto, uno que lleva sucediendo desde tiempos inmemoriales. Entre ellos hay algunas semejanzas, por ejemplo: son productos cuyo origen no se conoce del todo, pero que se sabe que son muy antiguos, su aparición se remonta a milenios. Por eso, no es nada raro que estén tan ligados y formen tan buena mancuerna (son, quizá, uno de los maridajes más extendidos y populares).
¿Cómo nació el queso?
Pues, no se sabe a ciencia cierta. Las historias sobre su nacimiento van desde las más ligadas a lo divino, como la que cuenta la mitología griega, la cual dice sobre el queso que es un regalo de los dioses, ya que estos habían enseñado a los humanos su elaboración.
Pero también hay leyendas un poco más terrenales. La más extendida trata de un mercader árabe que, mientras recorría el largo desierto, guardó leche en un recipiente hecho a partir del estómago de un cordero. Al abrirlo vio que la leche había fermentado, debido al cuajo del estómago del cordero y a las altas temperaturas del desierto. Otra versión de la misma leyenda tiene como protagonista a un pastor de Asia Menor, que tuvo el mismo final, descubrir un delicioso alimento fruto de la fermentación de la leche.
También pudo ocurrir que algún comerciante, al guardar la leche en alguna bolsa o vasija, se cuajara y resultara la citada masa sólida… Y aunque no se conozca muy bien su origen, lo que sí se considera es que este fue completamente fortuito.
Sea como fuera, los viajeros se beneficiaron con su descubrimiento, ya que era mucho más fácil transportar queso que leche, porque se corría menos riesgo de que se derramara o se descompusiera, además de que los alimentaba en las largas travesías. Otra ventaja fue que era un excelente método para almacenar comida en tiempos de escasez.
A lo que venimos: el maridaje
Ya es tiempo de explorar maridajes de queso y vino en nuestra mesa. Una de las reglas que debemos de tomar muy en cuenta en esto es la intensidad: si es un queso de aroma y sabor suave, deberá ser acompañado por un vino de las mismas características; por el contrario, si el queso es de sabor intenso, podrá combinarse con un vino más estructurado; aunque también puede preferirse vinos de buena acidez, más ligeros para quesos de sabor fuerte o cremosos, con la intención de que la acidez ayude a enjuagar el paladar.
Por lo general, los quesos fuertes van bien acompañados por vinos tintos potentes o vinos de postre. Mientras que los quesos suaves dan mejor resultado con vinos tintos jóvenes y blancos secos. También es válido tomar en cuenta las regiones, por ejemplo, si se va a consumir un queso de origen español (como el manchego), el vino a elegir puede ser de la misma región o país.
La amplia variedad de quesos nos da la oportunidad de experimentar y seguir experimentando…
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